El Mictlán es un concepto fundamental en la cultura mexica y representa el inframundo o el lugar de los muertos en la mitología azteca. Es un término que proviene de la lengua náhuatl y se compone de dos palabras: “mictli”, que significa muerte, y “tlan”, que se traduce como lugar.
Según la creencia azteca, el Mictlán era el destino final de todas las almas después de la muerte. Se creía que el alma de una persona fallecida debía pasar por diferentes pruebas y obstáculos para llegar a este lugar. El Mictlán estaba gobernado por los dioses Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, quienes eran los señores de la muerte.
El camino al Mictlán
El Mictlán se consideraba un lugar oscuro y frío, donde las almas de los muertos debían enfrentar diversos peligros y desafíos. Para llegar a este lugar, el alma debía cruzar nueve niveles o regiones, cada una de las cuales representaba un obstáculo diferente. Estos obstáculos incluían ríos, montañas, desiertos y otros elementos naturales que dificultaban el paso.
Ver Los 10 principales dioses del México prehispánico
El viaje al Mictlán no era fácil y se creía que solo aquellos que habían muerto de forma honorable o en el campo de batalla podían llegar a este lugar. Las personas que habían llevado una vida deshonrosa o habían muerto de enfermedades consideradas impuras, como la lepra, se creía que no podían acceder al Mictlán y sus almas quedaban condenadas a vagar por la eternidad.
Una vez que el alma llegaba al Mictlán, debía enfrentar el juicio de los dioses y ser sometida a diferentes pruebas para demostrar su valía. Si el alma superaba estas pruebas, se le permitía descansar en paz y unirse a los antepasados en el Mictlán. Si no lograba superar las pruebas, el alma era condenada a vagar por el inframundo sin encontrar descanso.
El Mictlán también está asociado con la celebración del Día de los Muertos, una festividad tradicional mexicana que honra a los difuntos. Durante esta festividad, se cree que las almas de los muertos regresan al mundo de los vivos para reunirse con sus seres queridos. Las familias colocan altares con ofrendas y decoran las tumbas de sus seres queridos para recibir y honrar a las almas que regresan.
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